Para mi cumpleaños número 19 tenía en claro una cosa: que me regalaran un poco de plata para poder llegar a los $1800 que costaba tirarse en paracaídas. Hay cosas que se me meten en la cabeza y no puedo parar hasta conseguirlas. Me gustaría poder decirles de donde saqué esta idea, o a quien ví volando, pero no lo recuerdo. Hace un mes subí al Instagram de AyQ el video de mi salto y recibí dos mensajes pidiendome que redacte un post sobre como me sentí al respecto. Acá estamos.
Lo único que me acuerdo es el nivel de ansiedad, preparé el outfit con dos días de anticipación, (eso era importante pensando en que las fotos me iban a durar toda la vida). Mientras hacía la cuenta regresiva, le contaba a mis amigos y a mis papás, mi mamá no entendía mucho, prefería no decirme nada en ese momento, aunque después me confesó que estaba muerta de miedo.
Había hecho un “estudio de mercado” comparando el costo entre los aeroclubes de Chascomús, Lobos y Rosario, este último fue el elegido por precio y el costo de la nafta medida en distancia. Esta es la página con toda la información:http://www.paracaidismorosario.com.ar/?fbclid=IwAR31tzcTkQCrcjCCTxIHeMj2eM6at5V_m6JDS6TBxkIt5EdPtm7NpA0VmZU
Sin tener una reflexión larga, lo único que sabía es que quería hacerlo sin más. Puse el objetivo y busqué cómo cumplirlo, dí aviso y a la vez, asumí que la adrenalina es como una droga para mí, lo que no suena tan descabellado ya que siempre soy la primera en animarse: en viajes grupales voy adelante de todo en la fila, en las actividades nuevas me ofrezco cuando piden un voluntario, en un show de stand up soy la del chiste del comediante, me gusta.
En lo extremo, siempre busco el lugar más fuerte de una montaña rusa, los fuera de pistas en los centros de esquí, disfruto el miedo que genera salir a caminar de noche en medio de un bosque. En conclusión, cualquier actividad con un sabor a intriga me llama la atención.
En 2014 me fui a Bariloche de viajes de egresados y por falta de nieve nos cambiaron una actividad de culipatin por una llamada zipline, en el complejo Piedras Blancas. Básicamente esto consistía en tirarse de una especie de tirolesa pero boca abajo, te acostas sobre una tela muy fuerte, con los brazos hacia adelante y recorres un hermoso tramo en altura. Te sentís un ave. Acá está la info detallada, para que se me entienda mejor y para quienes lo quieran agendar: http://www.piedrasblancasbariloche.com/zipline/
Ese cambio de actividad para mi fue lo mejor del viaje. Más allá de que fui la primera en probarla, en animarme, en agarrar el traje sin dudarlo un momento, fue una confirmación de que yo quería saber que se sentía volar. Siempre desde pequeños lo anhelamos pero no se si alguna vez lo llegamos a experimentar de cerca. Después de sentir que me tiraba al vacío en Bariloche, empezó a llamarme más la atención el tema. Me gustaría ahorrar para tirarme del péndulo de vértigo extremo en el Parque de La Costa, un gran pendiente!
No me animaría a imponer el “tenes que tirarte en paracaídas!” pero como siempre deseo que mi disfrute se contagie, me encantaría que tengan en cuenta que conocer el poder de volar es un disfrute sin igual. Miro mi video y entiendo que todo fue una sonrisa eterna. Llegué, me puse el traje y de nuevo con el envión de ser la primera del día, me explicaron el funcionamiento y me presentaron a mi instructor, quien me acompañaría durante toda la experiencia. Una vez que estás “atado” empieza la grabación, te preguntan tu nombre, cómo te sentís, tu expectativa y otras cosas para romper el hielo. Te subis a la avioneta, te explican que vas a llegar a 3000 mts de altura y que vas a ser el responsable de decidir en qué momento queres saltar. Cuando llegas a la altura, abren la puerta y corres tus pies para que cuelguen desde el avión, miras para abajo -o no- (yo me acuerdo de mirar para adelante y solo apreciar lo celeste que estaba el cielo) y entonces, todo depende de vos…
Saltas, entendés la gravedad del asunto, casi que no podes gritar porque se te traba la mandíbula! Los músculos no entienden nada, más que nada los de tu cara, vivís todo al límite de la intensidad. Sé que es un viaje de unos minutos, pero me parece que es más que suficiente, está super bien pensado para que disfrutes cada instancia, para que no te agotes, para que seas consciente de lo que estás viviendo, y creo que de eso se trata la vida, de ser conscientes de vivir el presente, y a veces se nos presentan oportunidades como esta para recordárnoslo de una manera un poco más fácil, ja!